Publicado el martes, 17 de julio de 2001 en El Nuevo Herald
JORGE LUIS ROMEU
Mi alfombra mágica
JORGE LUIS ROMEU
Amediados de los noventa el canal del Politécnico de la Ciudad de México (similar al PBS de EU) presentaba el programa Allí me tocó vivir, donde mostraba el quehacer en pueblos remotos de esa república hermana. Yo a menudo lo recuerdo, pues a nosotros nos tocó la gélida Syracuse, con sus lindos lagos y bosques de pinos, con su gente amable y acogedora, pero tan distinta... Y aquí tenemos que vivir y triunfar.
Syracuse funciona como un eficiente reloj suizo. Mas, a pesar de sus innegables ventajas materiales, añoramos otro modelo de vida donde uno es menos cremallera. Extrañamos el regresar del trabajo e ir a la bodega de la esquina a buscar el pan, en mi Ampliación de Almendares, tomándonos una hora en cada portal, hablando sobre la varicela de los niños, o de la carta de mi hermana; de mi hermano en las tapiadas de Boniato o de los días que hace que no llega el pollo...
Extrañamos las mañanas en la terraza de un café del Sardinero, tomando un fino con un pincho de tortilla, mirando a la gente pasar junto al mar; o un chato al atardecer, en La Concha de San Sebastián, viendo a la vejez pasear, o ir de chiqueteo con los compañeros de la universidad, al casco viejo, o a comer en la Cofradía Gastronómica.
Extrañamos la cadencia suave de un son jarocho en arpa veracruzana, tomando un reposado con sangrita bajo una palapa de Boca del Río, esperando ese guachinango al mojo de ajo... O los acordes rasgados de las guitarras, en los portales del zócalo de Mérida, del trío que nos regala un bolero de Lara o de Carrillo... Y extrañamos las discusiones políticas en Hialeah, y nuestros periódicos, con más artículos de opinión que cupones de comida... Mas, ¿cómo evocar ese modelo, bajo una nevada de 18 pulgadas, en un ambiente donde, para que vengan a visitarte, tienes que invitar con un protocolo digno de Palacio?
El ingenio humano y la necesidad todo lo resuelven. Y de mayo a noviembre la pasamos en nuestro ``portal de Matanzas'', con sus macetas con arecas y flores, sus aguacates enanos, naranjos y azahares, que luego cuidadosamente entramos en invierno... Y tocamos la guitarra, invitando sin prosopopeya a nuestros amigos Manzanero y Luis Miguel, El Beny y Matamoros, Frank y Meme, Willy y Gloria, que nos llevan, como en una ``alfombra mágica'', de vuelta a nuestro mundo. Y sintonizamos Radio Martí (en el exilio periférico lo oímos, tanto como en la isla) para estar al tanto...
Mi romance con la guitarra y los boleros data de cuando mi cuñada estudiaba con Guyún, su paisano de San Antonio de los Baños. De ella aprendí los acordes disonantes del fílin y las canciones de José Antonio y Portillo... Luego vinieron los viajes a México, donde compré mis cancioneros con los boleros de los Panchos, música de las Rondallas y los Huapangos. Allí descubrí su poder de transportación...
Sin ti, tema de mi programa radial Sobremesa, representa el alma de mi tierra, y En mi viejo San Juan, la de la tierra de mi abuelo --aunque es también el himno de todos los expatriados, políticos o económicos. Reloj me lleva a la Playa de Guanabo, donde nos reuníamos los primos; Tú me acostumbraste, las primeras salidas a los clubs nocturnos del Vedado. El Meme me recuerda las noches en las barracas de la UMAP, donde el negro Pancho, erguido en su hamaca, ponía el único radio de pilas que había, para que todos lo oyéramos. Y Mi tierra, a Miami... Boleros, de Lourdes Mencís, y Cubanola, del Hno. Ojeda, parecen programas de radio especialmente creados para ``periféricos'' como nosotros: ¡los fines de semana nos dan las dos de la madrugada oyéndolos!
En Central New York está el Canal Erie, construido en 1827, que atraviesa de Albany a Buffalo y comunica los grandes lagos con el océano. En mi opinión, éste define la diferencia fundamental entre EU y Latinoamérica: mientras nos desangrábamos en guerras, subdividiendo nuestras incipientes repúblicas, los americanos construían las bases de su unidad y su riqueza.
Junto a ese canal, se encuentra el Instituto de Investigaciones donde trabajo. Si en algún momento, amigo lector, navegas por el canal a la altura de Rome, y oyes los acordes del Son de la loma, no lo dudes. Busca, y debajo de alguna mata verás mi guitarra, que el que toca soy yo.
Director del proyecto Juárez Lincoln Martí.
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