JORGE LUIS ROMEU
Syracuse -- Cuando uno quiere investigar el estado de salud de un paciente, le toma el pulso y la temperatura. Cuando uno quiere investigar el estado de opinión del middle America, va a desayunar a un `Diner'. Y Syracuse tiene muchos de éstos...
Porque este pueblo es, a la vez, un college town (con una de las mayores universidad privadas del país) y un blue collar town (aquí GE inventó el sonar). Y la mitad de sus residentes sigue desayunando en sus docenas de `Diners'.
Y es que el `Diner', especie de fonda obrera local, es toda una institución nacional. Los restaurantes de cadenas estarán abiertos día y noche. Pero los `Diners', que trabajan de la madrugada a la media tarde, despachan desayunos, meriendas, almuerzo y café a los obreros que entran (o salen) de sus fábricas, a los camioneros que distribuyen o van de paso y a los curiosos como nosotros, que vamos a oír lo que la gente comenta y a enterarnos de lo que pasa en la comunidad.
Los `Diners' no son elegantes: generalmente una cocina, un mostrador y algunas mesas, atendidas por sus dueños y algun dependiente. Se toma buen café, se come abundante y se escuchan comentarios muy interesantes, vertidos por hombres sencillos y rudos, que trabajan largas horas en labores físicas.
Allí fuimos, como todos los miércoles por la mañana, Tom, Don, Ron y yo (los nombres han sido cambiados) a tomar café y comernos unos huevos con tocino. Todos menos yo son americanos, rondamos la cincuentena y conocemos las faenas manuales. Tom es bombero retirado, Don es ingeniero pero está incapacitado por un accidente y Ron es químico y trabaja por su cuenta. Son conservadores, tradicionalistas y de origen modesto y campesino del Upstate New York.
Dejamos nuestra camioneta en el parqueo repleto de pickups, camiones y cacharros y entramos al comedor, con fuerte olor a tabaco y café.
--¿Qué creen ustedes del caso Bin Laden, el terrorismo y la guerra con Afganistán? --les pregunto.
--Yo no entiendo por qué nos odian tanto --me contesta uno--. Nos hemos pasado la vida mandándoles ayuda económica y alimentos.
--Es la envidia --dice otro--; siempre se envidia al que tiene más.
--Pero también es cierto --dice el tercero--, que nos hemos pasado la vida metiéndonos en sus problemas y diciéndoles lo que tienen que hacer.
--Nuke them! --grita uno desde la mesa de al lado--, y se acabó todo el problema --y hace un grotesco y obsceno gesto manual.
--La realidad --les digo yo--, es que eso es precisamente lo que desearían estos terroristas. Darían la vida (literalmente) por que les soltaran una bomba atómica o destruyeran con misiles toda una ciudad, causando miles de muertos.
--¿Pero es que vamos a quedarnos entonces con los brazos cruzados?
--El terrorismo es así: un grupúsculo extremista incita a un gobierno poderoso y éste pierde la paciencia. Como no los puede ver, ataca a la masa donde se esconden y hiere a algunos inocentes. Como consecuencia de esto, el apoyo y la militancia de los terroristas aumenta. Y el ciclo se repite...
--¿Y qué podemos hacer entonces?
--Esto es como el ajedrez: tienes que mover tu pieza pensando en el resultado que ello producirá dentro de cinco jugadas. A veces tienes que rendir una torre para comerte la dama, o rendir la dama para dar mate. El terrorismo se combate con mucha paciencia, inteligencia (militar) y acciones comandos, no con un ejército tradicional.
--Y con dinero --dice uno.
--¿Con qué dinero?
--Con el que tenemos que quitarles para que no puedan funcionar. El terrorismo y la revolución son deportes caros... Hay que encontrar y cortar las fuentes de dinero con que ellos cuentan para cometer sus fechorías.
--¿En qué piensas? --me pregunta Ron.
--Pienso en mi tierra.
--¿Y qué tiene que ver Cuba con Afganistán?
--Pues que todo esto pasa allí por el caos y la violencia en que los mujaidines dejaron ese país, tras la guerra con la Unión Soviética, hasta que llegaron los talibanes e impusieron la paz de los sepulcros... En Cuba ya hubo una revolución, en 1933, que dejó ``grupos de acción'' que pusieron bombas y mataron gente durante veinte años. Y pienso en el caos que habrá en Cuba cuando Castro muera...
--¡Ah! Tú y tus cosas. Vámonos ya, que hay que trabajar. Ninguno de nosotros vive de hacer revolución.
Director del Proyecto Juárez Lincoln Martí.
© El Nuevo Herald