V eracruz --
Xalapa, la capital del estado mexicano de Veracruz, México, tiene
algunas semejanzas con Santiago de Compostela, en Galicia, España.
Ambas son ciudades universitarias, en las faldas de las lomas, con
sinuosas calles empedradas, llenas de estudiantes. Y aquí me
sorprendieron las elecciones parciales mexicanas, las primeras desde
la elección de Vicente Fox, en el 2000, que representó el primer
cambio de partido en México en más de 70 años de gobierno del PRI
(Partido Revolucionario Institutional).
Tras tantos años de gobierno continuo bajo el partido hegemónico,
el cambio fue muy popular. Mas, apenas tres años después, observamos
cómo el PAN (Partido Acción Nacional) apenas obtuvo 30% del voto
popular, tras el PRI, que obtuvo un resonante 35%, y seguido de
cerca por el PRD (Partido de la Revolución Democrática), que dobló
su votación pasada, alcanzando un casi 20% del voto.
El número de votantes que acudió a las urnas fue tan sólo de algo
más del 40% del padrón electoral. Tal abstención de más de la mitad
de los electores expresa, sin duda, un juicio valorativo sobre el
partido en el gobierno así como también de la clase política en
general. Tratemos de analizar este problema y de ponerlo en su
contexto histórico. El PAN, la oposición oficial, leal al gobierno,
fue creado en 1939 como una reacción conservadora, proempresa y
católica, al gobierno izquierdista de Lázaro Cárdenas. Fue fundado y
es apoyado mayoritariamente por las clases medias, cultas y
profesionales de las ciudades. El PRI, partido oficial, fue fundado
por generales de la revolución, a fines de la década de los años 20.
Es un partido mayoritariamente agrario, con fuertes rasgos del
obrerismo organizado, que repartió tierras (ejidos) a los campesinos
e indígenas del interior de México y organizó a los obreros en
gremios, que controlaba a través de dádivas, puestos y otros medios
de coacción. El PRI nacionalizó el petróleo, controló la industria
pesada y mantuvo un esquema estatista en el país. Y a la vez,
impulsó la educación y otras áreas desatendidas de las comunidades
agrarias y los pueblos pequeños del interior. Mas la corrupción y el
personalismo vertical lo llevaron a la impopularidad, y finalmente a
la derrota del 2000 frente al PAN. Por último, el PRD es una
escisión del ala izquierda y estatista del PRI, creada como reacción
a los gobiernos neoliberales de los presidentes De la Madrid,
Salinas y Zedillo.
El presidente Fox no ha sido afortunado en su gobierno. No ha
tenido un verdadero apoyo interno del PAN, pues es considerado por
los viejos panistas como un advenedizo, a quien han tenido que
aceptar por haberles brindado la victoria con la que soñaron durante
más de medio siglo. Por otra parte, Fox no ha podido cumplir las
promesas electorales de cambio institucional ni ha desmantelado la
rebelión zapatista en Chiapas.
Tres opiniones han imperado en estas elecciones para justificar
sus resultados. Una es que el PAN y el presidente Fox no han tenido
tiempo todavía para realizar los tan necesitados cambios
institucionales en el país. Este es el mensaje del PAN en su
campaña. Mas parece no haber sido oído por los votantes, que
mayoritariamente se abstuvieron. La segunda opinión es que el PAN
creó una falsa esperanza y que su verdadera utilidad, desplazar al
PRI del poder, ya ha sido vencida. Y que ha llegado la hora de que
otros partidos tomen ahora las riendas del país. Este es el mensaje
del PRD y parece que le ha dado buen resultado, pues ha elevado
grandemente su apoyo entre los electores. Por su parte el PRI ha
cambiado su dirigencia, su forma y su propaganda, dando la impresión
de que se ha renovado. Además, es el partido con más experiencia de
gobierno. Aunque lo anterior es muy discutido entre los mexicanos,
sin duda han elevado su votación y es de nuevo el PRI el mayor
partido del país.
La tercera opinión, muy difundida, es que la clase política ha
perdido mucho de su lustre y su credibilidad. Por tanto, los
votantes no han acudido a las urnas porque no confían plenamente en
ninguno de los candidatos actuales. Esto justifica el alto
abstencionismo en estas elecciones parciales, el mayor en casi un
siglo.
Muchas cosas interesantes
han de ocurrir en México en los próximos tres años, mientras se
prepara la próxima elección presidencial. En este nuevo Congreso
federal ningún partido tendrá mayoría absoluta y por tanto muchas
negociaciones y arreglos han de llevarse a cabo si se quiere
realizar una gestión de gobierno. Al final, es esta labor de
gobierno la que dará la victoria, en las presidenciales del 2006, al
candidato ganador.
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Profesor investigador de Syracuse University, es especialista
Fulbright y actualmente trabaja en la Universidad
Veracruzana.